| Por Pete Burak

Escucha la vocecita quieta de Dios en este Adviento

Mi móvil siempre está en modo “vibración”. No necesito un tono de llamada alto y molesto, debido a lo compulsivamente que lo compruebo y a los años que llevo afinando mi sentido de la más mínima vibración. Soy tan consciente de este aparato problemático pero útil que a veces siento algo incluso cuando no lo tengo en el bolsillo. Entre correos electrónicos, mensajes de texto y notificaciones sociales, me paso el día esperando que el teléfono llame mi atención, así que no me sorprendo cuando lo hace.

¿No sería asombroso que fuéramos tan sensibles a la voz de Dios en nuestra vida cotidiana? ¿Cómo sería si esperáramos que Jesús nos hablara cada día, incluso en los momentos más mundanos y ordinarios? En lugar de reservar nuestras interacciones con Dios a momentos concretos, como el Santo Sacrificio de la Misa o el rosario diario, somos capaces de mantener un diálogo continuo con Dios gracias a la inhabitación del Espíritu Santo.

Este tipo de oración interna (y exteriormente silenciosa) nace de varias cosas:

  • la fe para creer que Dios quiere interactuar con nosotros
  • el hábito diario de prestarle atención a él
  • nuestra humilde entrega a su voluntad mediante la obediencia intencionada a su voz
  • el deseo de abrirnos de par en par a todo lo que el Espíritu Santo quiera hacer en nuestras vidas

Creemos que Dios habla; escuchamos intencionadamente, obedecemos sus órdenes y nos sometemos cada vez más a su Espíritu Santo. Ser sensibles al movimiento de Dios fluye de estar íntima y amorosamente conectados con él.

Esta es una de las cosas que admiramos en la vida de los santos. Su estrecho caminar con Jesús impregnaba todos los aspectos de sus vidas. Vivían con una capacidad casi constante de responder a las dos grandes preguntas de un discípulo: ¿Qué me está diciendo Dios? y ¿Qué estoy haciendo al respecto? La riqueza y profundidad de su amor al Señor reforzaba y potenciaba su deseo constante de obedecer su voluntad. Querían conocer la opinión de Dios sobre todo y se esforzaban por alinearse siempre con su perspectiva.

Reconozco que muchos de nosotros aún no estamos a ese nivel, pero la intimidad con Jesús no está reservada simplemente a los santos más santos, sino a todos los hijos amados de Dios. El Adviento es un momento perfecto para comprometernos a buscar a Dios en los más pequeños momentos cotidianos y a escuchar su voz apacible y pequeña. ¡Dejemos que la vibración del Espíritu en nuestros corazones sea más importante que la de nuestros bolsillos!


Pete Burak es el director de i.d.9:16, el programa para jóvenes adultos de Renewal Ministries. Tiene un máster en teología y es un conferenciante habitual sobre evangelización y discipulado.

Read this article in English! (Versión en ingles)